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jueves, 21 de junio de 2012

Submarino y las profundidades del yo caótico, de Thomas Vinterberg

Últimamente está de moda retratar a la burguesía en el cine. Sin embargo, existen realizadores cinematográficos que se atreven a ver la miseria humana (tanto económica como emocional). Desde luego es muy complicado hacer entretenido algo tan tedioso, y a lo que sobre todo, tenemos miedo. Tal es el caso de Submarino (2010) la última película de Thomas Vinterberg.

La película que llevó a la fama mundial a Vinterberg fue, La celebración (1998) siguiendo los preceptos Dogma 95 (movimiento fílmico de vanguardia): pureza en el uso del lenguaje cinematográfico, captar la ficción de la manera más real posible, la música sólo puede aparecer de forma diégetica, es decir, como parte de la narración y otra característica que no podemos dejar de fuera es que la película se rodará con cámara en mano. Dogma fue desarrollado por Lars von Trier, Thomas Vinterberg Kristian Levring y Soren Kragh-Jacobsen.

La celebración, deja plasmado un asunto que será recurrente o por así decirlo, el conflicto en la obra de Vinterberg: la raíz de cualquier adicción y/o conflicto emocional es la familia y sus grandes secretos. De esta forma continua con Submarino, filme basado en el libro, con el mismo nombre, de Jonas T. Bengtsson. Como en la novela, Vinterberg busca retratar la violencia familiar y las adicciones, en un contexto individualista, donde las circunstancias de vida y estrato socio-económico son lo de menos, lo que importa son los códigos de familia y el sufrimiento emocional de no saber por qué la autodestrucción.

Submarino es la historia de dos hermanos, Nick y Peter, quienes viven una vida de autodestrucción y soledad, atormentados por una tragedia en su niñez. La muerte de su madre provoca que se rencuentren y confronten sus verdaderos demonios, para seguir viviendo o poner un fin a este sufrimiento existencial.

La realización de Vinterberg consigue una narrativa cinematográfica clásica, no obstante continúa con las rupturas vanguardistas en el cine, por ejemplo: algunos Jump-cut en el montaje propuesto por Jean-Luc Gorard en Sin aliento(1960); sigue algunos cánones de Dogma como utilizar cámara en mano, la filmación en lugares naturales (es decir, no en sets), en algunos casos sólo ocupa la luz natural. No obstante, el realizador se preocupa por crear una pelí llena de significantes, situación de gran valor fílmico porque trasciende al valor propio del significado y al espectador lo llena de los significantes propios de la obra.

Por otro lado, la complejidad que muestran los personajes es perturbante, pues, toma un tema recurrente: las adicciones. Mismas que hemos visto reflejadas en las pelís como algo maligno, que se obtienen en la adolescencia por ser un “rebelde”. No obstante los personajes de Vinterberg, rompen con este hito, pues las adicciones se entienden como algo que viene de una raíz familiar.
El director no pretende condenar a los adictos, simplemente muestra cómo una situación familiar puede desencadenar una adicción y volverse inexplicable para quien la posee; pero por otro lado la individualidad y el poder reconocerse a uno mismo, quizá permitirá que se acabe ese ciclo de autodestrucción entre Nick y Peter.

No sabemos realmente hasta donde llegue el Submarino de Vinterberg con su reflexión en conjunto, de quien la vemos, lo que si sabemos es que la capacidad de este director para llegar a las penumbras de la psique mediante la selección correcta de la historia, personajes y la realización de un una narrativa audiovisual impecable, con estilo propio, nos hace recordar que aunque estemos en pleno siglo XXI todavía quedan temas muy profundos en el yo caótico que valdría la pena esnorquelear por un rato.

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