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miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Y la película?

¿Y la película? Fue la pregunta que me hice al llegar al cine y no encontrar en cartelera la cinta mexicana, que quería ver, pues sólo tenía una semana de estreno. Los factores que impiden que el cine mexicano tenga más presencia en cartelera, son múltiples.

Lo cierto, es que el cine nacional ha sobrevivido y además demuestra su calidad y originalidad en el mundo. La situación es que las distribuidoras de las Motion Pictures Assosiation of America (MPAA) apoyan los monopolios de exhibición, admitiendo aumentar de manera progresiva el costo del boleto, quedándose con más del 50% del ingreso en taquilla.

Las majors imponen a los exhibidores mexicanos contratar la lista completa de la totalidad de sus películas por anualidad, condicionadas por los intereses de éstas, de la siguiente manera: ocupan la más alta y baja temporada el tiempo en pantalla, afectando el cine nacional.

Aunque éste ha comenzado a producir más, gracias al impulso de fideicomisos creados por el Estado, como el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine), el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine) y el Artículo 226 de la Ley del Impuesto sobre la renta, no logra llegar a los públicos mexicanos para recuperar la inversión de su producción. Por ende, está en peligro su supervivencia.

Otra situación lamentable para nuestro cine es que los apoyos gubernamentales también benefician a las transnacionales en México como la Warner, Sony, Columbia Pictures, Universal, etc., para la realización de cintas en español, sin ser nacionales, lo que se traduce en una competencia desleal.
No se trata sólo de producir más cine mexicano, sino lograr su exhibición y distribución bajo condiciones prioritarias para éste y no para la industria extranjera. Las condiciones antes mencionadas, entorpecen que el cine en México vuelva a ser de barrio o un espacio social y cultural.

A grandes rasgos estos son los motivos por los que no encontré la película mexicana que quería ver. La pasaron a un circuito más lejano, logrando su invisibilidad. Con este modelo mercantil, nosotros como público estamos sometidos a una selección por imposición carente de oferta, en donde sólo encontramos las pelís de MAPP. Al darme cuenta de esto, me negué a la imposición y lo mejor que pude hacer fue ir por un helado de chicle.