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martes, 5 de abril de 2016

La gran apuesta, el lío financiero que nos tiene en la crisis total

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Los mexicanos siempre hemos estado en crisis y el mundo también. Los millonarios llaman crisis a sus perdidas económicas sin dejar de ser acaudalados, sin embargo los pobres seguiremos siendo pobres. El capitalismo, siempre ha estado en crisis, no obstante algunos historiadores no comprenden cómo ha sobrevivido y cómo logró credibilidad y auge en la época de postguerra.

El aprieto capitalista es un hecho, sin embargo, desde mi punto de vista, su éxito se debe a un gran invento: el cr ito﷽﷽﷽﷽﷽﷽mos de ser pobres. El gran invento del siglo XX y del actual, es el crearias pero no dejan de ser millonarios y nosotrédito. Este nos hace pensar que tenemos poder adquisitivo para comprar lo que no podemos comprar con liquidez, nos ayuda a construir una vida falsa basada en el endeudamiento bancario.

La gran apuesta es una película dirigida por Adam McKay (The big short, 2015) la cual retrata a la perfección la crisis financiera de 2007 al 2010 en Estados Unidos. Claramente es una película que denuncia lo siguiente: cómo los grandes bancos pueden estafar a la mayoría de las personas y robar sus ahorros; cómo sueltan créditos hipotecarios a personas sin poder adquisitivo para después embargar casas por el incumplimiento de pago. Es decir, impunidad y engaño.

Esta gran crisis que predijo Michael Burry (Christian Bale) y crea la permuta de incumplimiento crediticio en el mercado, con la que apuestan en contra de la obligación colateralizada por deuda y de la cual distintos actores se enriquecieron por apostar en contra del sistema, es decir sabían que la gente no podía pagar sus casa y gracias a que no pudieron pagarlas se hicieron millonarios.


El filme expone cómo la bolsa de valores y la banca pueden aprovecharse de la especulación para hacer dinero y destrozar a millones. Después de este hecho los bancos que desaparecieron no devolvieron los fondos de ahorro ni de retiro, se robaron el dinero, dejaron sin casa y sin futuro a millones.


Repensemos hasta dónde somos cómplices de nuestra propia estafa, hasta dónde regalamos nuestro dinero a los bancos (intereses) y hasta dónde hemos exigido al gobierno que nos proteja de los robos de los grandes bancos.

Entre sicarios y reinas de belleza

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La narco cultura es algo que se vive y que impregna las industrias culturales como la televisión y el cine en México. En todos los casos se expone la crueldad y la miseria humano para tener el control del paso de la droga al país del norte. Sin embargo el antihéroe es una constante en el imaginario de esta cultural del tráfico de drogas, con lo cual justifican dicha “profesión”.

La cultura del narco empezó a tomar auge en las producciones audiovisuales del video home de los años ochenta. Sin embargo, desde el sexenio calderonista, se comenzó con la, comúnmente llamada, “Guerra contra el narcotráfico”. El cine mexicano ha retratado las crueldades de este fenómeno social en películas mundialmente premiadas como Miss Bala (Gerardo Naranjo, 2011) y Heli  (Amat Escalante, 2013). Se podría decir que no exponen nada nuevo, solamente hacen énfasis de la corrupción en el país.

Por otro lado tenemos la visión estadounidense de las tráfico de drogas y la corrupción que existe en el sistema policiaco. Recordemos Infiltrados (Martin Scorsese, 2006) en donde un infórmate del FBI es hijo de un líder mafioso. Más recientemente tenemos la multinominada película Sicario (Denis Villeneuve, 2015), la cual recurre a un antihéroe para explicar la corrupción de los agentes secretos y sus entradas ilegales para hacer justicia por su propia mano en México.

Sicario es una película que expone los huecos de ley existentes en nuestro país y cómo pueden pasar los agentes estadounidenses a matar, a secuestrar a los narcotraficantes mexicanos y desaparecerlos sin que nadie se entere de que salieron del país. Entonces ante este hecho, retratado en este filme ¿qué podemos especular? Primero: México es un país que carece de seguridad en sus fronteras, los Estados Unidos tiene el control total de quién entra y quién sale; segundo el país del norte puede extraer ciudadanos mexicanos a la hora que ellos quieran, y literal ¡A plena luz del día!; tercero, conocen los narco túneles y quiénes operan en estos, además los ocupan para que agentes especiales antidrogas pasen a nuestro país.

Entonces ven como no es lo mismo estar jodido que joder al más jodido. Los puntos de vista sobre el narcotráfico cambian de un país a otro. México retrata la opulencia en la miseria y sus reinas de belleza, de una forma exótica y corrupta y los Estados Unidos se deshacen del problema con agentes encubiertos y toda la tecnología militar para acabar con lo que le haga daño en el momento que ellos lo requieran sin importar quién sea el líder del cártel o quién sea el presidente en turno, simplemente erradican el problema.

Y con esta reflexión termino: tenemos mucho que repensar, por ejemplo, están los Centro de Detención de Inmigrantes en los Estados Unidos algo que no ha sido filmado, hasta ahora, ni por nuestros cineastas ni por los del país del norte.





Entre el racismo de los Oscars y la idiosincrasia mexicano

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Vaya que me sorprendieron los Oscars y no tanto por la diversidad en las temáticas de películas, pues toda la industria Hollywoodense está hecha a base de fórmulas y sus premios no podían ser la excepción. Sin embargo, vimos unos Oscars politizados no precisamente por la aparición del vicepresidente de los Estados Unidos presentando un performance por la no violencia de género, sino por un motivo: el racismo.

El mérito del cine Hollywoodense, desde mi punto de vista, tiene un gran acierto, han llegado a todas las audiencias, si pensamos en la diversidad mundial, esto es un gran acierto como industria. No obstante, hubieron dos hechos que me llamaron la atención: el primero, el hecho de que el host, Chris Rock, fuera afroamericano e hiciera mofa de la petición de la comunidad afroamericana: #OscarsSTILLSoWhite, la cuál pedía no ver esta premiación

El discurso de la presidenta de la Academia, Cheryl Boone, estuvo lleno de eufemismos en el que hablaba de Martín Luther King (personaje que ocupan para apelar a la igualdad racial) pero no contestó a las peticiones de la comunidad artística Afroamericana.

El segundo hecho, es que la gente cree que los Mexicanos ganamos terreno frente a Hollywood, (esto fue una aseveración de un sinodal en mi examen de grado, que hacía referencia a este hecho). Yo digo: los mexicanos ganaríamos terreno si perteneciéramos a la industria de Hollywood o tuviéramos una ganancia de ésta. 

Ahora lo ilógico de la idiosincrasia del mexicano: van al Ángel a festeja a Leo DiCaprio pero no van a festejar a dos mexicanos que hicieron historia: Alejandro González Iñárritu gana por dos años el Oscar a mejor director, Lubezki es el cinefotógrafo que ha ganado más premios en la industria Hollywoodense. A mí la verdad eso del Ángel se me hace lo de más tonto.

Con estos hechos no tenemos ni idea de lo qué es la política ni las industrias culturales pero sobre todo hay algo que resalta entre tanta discriminación: amamos a los gringos y festejamos al más mediático y no a los mexicanos que se han abierto puertas en uno de los países más racistas, influyentes y ricos del mundo. 



El mal del cine mexicano: los Green, go! y los políticos corruptos

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Todo el mal de este país se lo debemos a la corrupción y a nuestra falta de educación (sin duda la primera existe a falta de la segunda). Como habría de esperarse el cine en nuestro país no puede lograr despuntar por estos dos hechos. Recordemos un antecedente que sin duda involucra la mala fe de los Estados Unidos y la corrupción de nuestro país.

En el 2002 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) promovió ante el Congreso lo que se conoció como “el peso en taquilla”, es decir los exhibidores (los cines) tenían que recaudar un peso por cada boleto vendido en salas cinematográficas del país, con esto se esperaba recaudar entre 130 y 150 millones de pesos anuales. Tal iniciativa fue aprobada, sin embargo el 9 de diciembre la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine) apoyada por la Confederación Nacional de Cámaras Industriales (Concamin), en defensa de los intereses de las grandes distribuidores estadounidenses y de las más importantes cadenas de exhibición, publicaron un desplegado en el que rechazaban dicha iniciativa.

La iniciativa fue apelada por una comisión encabezada por el panista Fauzi Hamdan, en donde argumentaba un dictamen negativo sobre dicha iniciativa, con la cual consiguió el voto de 80 senadores rechazando la propuesta. Sin embargo, el senador Javier Corral, consiguió que la Cámara de Diputados (a donde ya se había enviado el rechazo) regresara la minuta para volver a ser sometida a votación. Finalmente la iniciativa fue aprobada.

Ahora el problema no era por la falta de recaudación o por falta de ley era por las grandes cadenas de exhibición y las distribuidoras estadounidenses. El 8 de enero de 2003 el presidente Fox recibió una carta de Jack Valenti, el presidente del Motion Pictures Association of America (MPAA) en donde le advertía que de seguir con esta recaudación “se cancelaría la inversión extranjera en la producción de nuevas películas en México, además […] de que este impuesto causaría un mal servicio a un importante sector cultural.”[1]

La situación no quedo en amenazas “tres semanas después Steve Solot, el vicepresidente de la MPAA para América Latina, se presentó, acompañado de un abogado en la oficina de la presidenta de Conaculta, para anunciarle que todas las empresas distribuidoras estadounidenses con oficinas en México iniciarían procesos de amparo en contra del peso en taquilla, porque era una medida que favorecía al cine mexicano, lo que iba en contra de los principios de libre mercado.”[2] ¿Qué tendría de malo favorecer a nuestro cine? ¿Acaso los EEUU no se ven favorecidos por su país?

Después de una largo proceso legal la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en diciembre del 2004, por unanimidad, anuló la recaudación del peso en taquilla ¿Pueden creerlo? Pudo más el abuso de las distribuidoras estadounidenses y el de los exhibidores que un proyecto nacional de cine y no sólo del cine sino cultural.







[1] Carlos, Taibo, Manual básico de producción cinematográfica, México, IMCINE, 2011, p. 73.
[2] Op. cit.

Desmitificando la época de oro del cine mexicano

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La época de oro del cine mexicano no sería posible sin la ayuda de los Estados Unidos a México como parte de una estrategia propagandística en contra de los Nazis.Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas la relación con Estados Unidos queda lastimada. Tal distanciamiento permite al gobierno adoptar políticas sociales y cierta intromisión de mensajes propagandísticos de los alemanes, pues la posición geográfica de México trata de ser aprovechada por los nazis. No obstante, cuando Manuel Ávila Camacho gana las elecciones en 1940 la política exterior cambia claramente a favor de Estados Unidos y de la causa aliada. 
Estados Unidos desarrolla una política conocida como Buen vecino que tenía que ver con tratar de integrar a Latinoamérica a sus costumbres y practicas sociales. En Europa la propaganda de guerra, especialmente la del cine nazi, había ganado los mercados europeos, la expansión del fascismo en Latinoamérica significaba una amenaza. Es por ello que la administración de Roosevelt trata de consolidar el apoyo a Latinoamérica con el discurso de la “defensa hemisférica”, y al mismo tiempo busca ganar el apoyo de los ciudadanos estadounidenses.
Para esta política consideraron el poder del cine como medio predilecto y produjeron filmes educativos, noticiarios y documentales, de la mano de Hollywood, donde también se  habla de las similitudes entre Latinoamérica y Estados Unidos. La ayuda que presta este país tiene por objetivo crear una opinión pública favorable sobre la política aliada pro estadounidense, durante la Segunda Gran Guerra, para a su vez crear empresas comerciales con intereses en Latinoamérica “El fin de la producción propagandística mexicana era disminuir los sentimientos antiyanquis albergados por las audiencias mexicana y latinoamericana.[1]
Los eventos internacionales durante esta época, como la Segunda Guerra Mundial y la política panamericanista, suscitaron nuevos sucesos en nuestro cine que se ven reflejados según García Riera en:[2] 
1.    Estados Unidos favorece el cine nacional y le es negada al cine argentino, competidor natural de México, en el mercado latinoamericano.
2.    La migración de españoles y de europeos;
3.    Se funda el Banco Cinematográfico (1942)
4.    Se afina un dispositivo de distribución y exhibición;
5.    Se inunda el mercado latinoamericano de películas mexicanas;
6.    Se favorece la promoción de las primeras grandes figuras de nuestro cine: Cantinflas, Negrete, María Félix, Arturo de Córdova, Armendáriz, Dolores del Río.
7.    Se le dan buenas oportunidades a directores inquietos y deseosos de hacer algo nuevo y original: Emilio Fernández, Julio Bracho, Roberto Gavaldón. En el caso de Emilio Fernández trabajo en varias producciones de la Radio Keith Orpheum Pictures (RKO).
8.    Aumenta considerablemente el número de películas producidas en México y se coloca a la vanguardia indiscutible del cine en castellano.
Debido a la inversión que Estados Unidos hace a las industrias mexicanas, en este caso, el cinematográfico, empieza a intervenir directamente en el mercado del cine producido en español “La resistencia de Argentina a tomar posición a favor de los aliados, Estados Unidos que controlaba la circulación del celuloide en el hemisferio, impidió su importación a ese país, casi imposibilitando la producción de películas.”[3]
Es decir sin la capacitación y el apoyo económico que brindo el país del norte a nuestro cine, no hubiera existido esta Época de Oro, pues siempre nos han considerado un enemigo para su industria, ya que no midieron que durante esta etapa el cine mexicano se apoderaría del mercado Latinoamericano y europeo, cuando vieron tal amenaza, concluida la guerra, comenzó la guerra a nuestro cine por ejemplo controlaron la exportación de celuloide a nuestro país lo cual afectó la producción de nuestro cine finalizada la Segunda Guerra Mundial.




[1] Francisco, Peredo, Cine y propaganda para Latinoamérica, México, UNAM, 2004, p. 231.
[2] Emilio García R., Historia documental del cine mexicano. Época sonora, Tomo II 1941/1944, México, Ediciones Era, 1970, p. 9.
[3] Maricruz Castro R. Y Roberto Mckee, El cine mexicano “se impone”, México, UNAM, 2011, p. 54.