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martes, 7 de febrero de 2012

Manuel Esperón: 100 años

http://www.jornada.unam.mx/2011/08/04/opinion/a08a1esp

Esrte artículo se publicó en La Jornada el 4 de agosto del 2011.


Manuel Esperón: 100 años
Jimena Lagunes Durán
Foto
El maestro Esperón, pieza clave en la cultura musical del cine mexicano, en el estudio de su casa en el año 2000Foto Archivo
U
na de las funciones de la música de Manuel Esperón en el cine mexicano fue llenar la pantalla con una atmósfera de mexicanidad, que contribuyó a la creación de una identidad nacional. La música de Esperón dota a los filmes mexicanos con un estilo único e inequívoco de expresión artística, que logra diferenciarse de la industria del cine mundial.
Para entender los orígenes de la música en el cine en México es menester hablar de Manuel Esperón, pieza clave en la cultura musical de nuestro cine y del país, quien ayer (3 de agosto) hubiese cumplido 100 años.
Esperón no era un compositor improvisado: desde el momento en que entiende qué es el cine y que desea ser músico de éste, se da cuenta de la profesionalidad que requiere; por ello decide estudiar música seria, pues el cine necesita de calidad en todas las necesidades de producción, para lograr una verdadera obra artística.
En los años 30, 40 y 50 en Hollywood predomina en la música cinematográfica un estilo que recordaba a los grandes compositores románticos, especialmente a Wagner, Chaikovski y Puccini, empleando por lo general elleitmotiv, con un estilo de música sinfónica, ampulosa y de líneas melódicas expresivas.
La música del cine mexicano en los años 40 y 50 seguía sus propias reglas y necesidades. Esperón optaba por estilos musicales auténticamente nacionales, como sones de mariachi, sones huastecos, jaliscienses y veracruzanos, dotándolos de un estilo sinfónico para el cine mexicano.
La innovación de su música no se limita al uso de su propio estilo musical, sino que además basa sus composiciones en la música popular mexicana.
La música popular, en el Hollywood sinfónico, no tenía cabida, y en México logra su mayor expresión con cantantes como Jorge Negrete; con él, la canción popular se internacionaliza. De este modo es como Esperón es precursor de lo que se llama canción tema en la música cinematográfica, con composiciones como ¡Ay Jalisco no te rajes!, Amorcito corazón y No volveré, por mencionar sólo algunas.
El compositor de más de 110 temas logra capturar el colorido de nuestra cultura y transmitirlo mediante la atmósfera musical apropiada para cada filme, con melodías de fondo y canciones que se colocaron en el gusto del público, como Colula:
De esa tierra de Cocula
que es el alma del mariachi
vengo yo con mi cantar
voy camino a Aguascalientes
a la feria de San Marcos
a ver lo que puedo hallar…
El maestro Esperón logra musicalizar las películas mexicanas con maestría y profesionalismo, pues consigue entender el lenguaje del cine y unirlo con el musical, que sigue sus propias reglas, muy diferentes al ritmo visual. Es imposible obtener una buena música cinematográfica sin entender que ambos poseen ritmos y estructuras diferentes, pero la funcionalidad expresiva de la música de que se sirve el cine sólo puede ser desarrollada por un músico que entienda las complicaciones técnico musicales al unirlos, y esto sólo se logra con estudios profesionales en la música, como lo hace Esperón.
Según el maestro, “…para ser músico de cine el primer requisito es ser compositor, porque si no, no hay asunto…”1
Este principio es atemporal, no importa que sigan vendiendo bibliotecas musicales o cue sheets(nombre que se daba a los catálogos musicales en los años 20), para abaratar la producción de nuestro cine y seguir produciendo, en una industria en la que al aparecer lo que importa son las cifras y no la calidad.
El cine mexicano sigue esperando que directores, productores y músicos entiendan este principio y reivindiquen la importancia de la música con identidad propia.
Recordar la labor del maestro Esperón hace urgente la necesidad de una música cinematográfica de calidad. Es forzoso darle la seriedad y lugar preciso dentro del filme, y esto no es posible si no se entiende la necesidad de egresar músicos para cine de las escuelas de música y en las escuelas de cine resaltar la importancia de la música en éste. Desde luego los directores y productores deben conocer el abc de las funciones de la música en los filmes y las funciones expresivas de ésta, para no desentonar con la imagen que se muestra en nuestro cine, pues éste es la mezcla perfecta de todas las artes.
El maestro Esperón contribuyó también a la industria fílmica de Hollywood. Escribió música y letra para los personajes mexicanos en Los tres caballeros, de Walt Disney. Su legado como músico refuerza la necesidad de recordar sus canciones, aún famosas, como Mi cariñito, A la orilla del mar, Cocula, Esos Altos de Jalisco, Serenata tapatía y muchas más.
1 Cuadernos de la cineteca III: testimonios para el cine mexicano,México, Cineteca Nacional, 1976, p. 93.

JORGE NEGRETE LA CONSOLIDACIÓN DE NUESTRO FLOLCLOR EN EL CINE MEXICANO


Jorge Negrete la consolidación de nuestro flolclor en el cine mexicano


Jorge Negrete fue pieza clave para el desarrollo de la comedia ranchera y para el reconocimiento de nuestros orígenes nacionales, depositados en un personaje virtuoso. Logró consolidarse como un símbolo nacional, por sus canciones populares y sus trajes de charro,  resultado de un mestizaje. Su amor propio, seguridad, valentía, rebeldía y su naturaleza contradictoria hacen del personaje de Negrete un héroe mexicano de la pantalla, con gran impacto en Iberoamérica.
El reconocimiento internacional de la película Allá en el rancho grande (1936), de Fernando de Fuentes, interpretada por Tito Guízar, hizo prosperar un nuevo género cinematográfico, la comedia ranchera, cuyas convenciones nacionalistas lo consolidan como un estilo genuinamente nacional. Guízar, es considerado el primer charro mexicano, sin embargo pronto fue superado por Jorge Negrete, quien con su gallarda presencia y potente voz logró apropiarse del distintivo de “El charro cantor”, consolidando un arquetipo del cine mexicano, boceteado por Guízar, pero de proyección internacional con Negrete.

 “El charro cantor” quedó consagrado en el cine mexicano con el triunfo de la película ¡Ay Jalisco no te rajes! (1941) de Joselito Rodríguez, a partir de ésta, delimita su estilo (mujeriego, parrandero, macho, bohemio, borracho, enamorado, valiente, cantador y jugador) logrando diferenciarse de los otros, por la dignidad con la que porta el traje de chinaco o de charro y la capacidad de su voz para elevar la canción popular mexicana a otro rango musical. La educación de su voz, en la técnica de canto de ópera, consiguió un cambio en la interpretación de la música ranchera mexicana, dándola a conocer por todo el mundo y convirtiéndose así “en el cantante más popular de América Latina”[i].

La música ranchera mexicana se popularizó con su voz y con el ingenio y talento de sus compositores, Manuel Esperón (música) junto con Emilio Cortázar (letra) y José Alfredo Jiménez. Sin ellos la conjunción del arquetipo de “El charro cantor” no hubiera estado completa. Llevó la canción y las tradiciones mexicanas por toda Latinoamérica y  España. Quizá en estos lugares fue un ídolo sin precedentes, que causó furor entre sus fans propiciando concentraciones en masa. Por eso es ante todo un ídolo popular.  Esta popularidad es consecuencia de su voz y su personalidad, que mezclan la valentía del “macho mexicano”, con la elegancia de su porte.
Se considera un símbolo de lo mexicano, pues en sus películas se plasma las expresiones del folclor de México “una imagen rural de nuestro pueblo”[ii] engalanada con su dignidad “…elevó la figura del charro cantor a rango de institución. No sólo fue profeta en su tierra: difundió una imagen de lo mexicano que hasta la fecha nadie ha podido borrar”[iii].
Negrete nace en Guanajuato el 30 de noviembre de 1911 y por convicción, no por accidente, fue militar, cantante, actor y sindicalista. Mucho se especula sobre su carácter despótico y la creencia de superioridad moral que poseía sobre los demás, pero lo que si es cierto es que es uno de los ídolos mexicanos más recordados de la época de oro de nuestro cine.
Su carrera no se limitó a las 43 películas interpretadas y al sin número de temas cantados en éstas y en sus conciertos, no es preciso hablar de él sin referirnos a la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y el legado que dejó con su participación en este sindicato. Para Manuel Esperón “Esa Asociación la creó casi personalmente Jorge Negrete; había una unión de actores, pero un poco vacilante, entonces con la “galleta” que Jorge tenía formó la organización con todas las ventajas que posee para los actores; claro, han subido personas muy interesantes, pero el primero fue Jorge Negrete”[iv].
Fue uno de sus fundadores y líder más importantes, luchador social incansable a favor de los derechos del gremio actoral y de los miembros más desprotegidos (los extras, los coristas y actores carperos). Consagró parte de su dinero  y salud al sindicato, arriesgó su carrera como actor, al entrar en conflicto con los productores de cine, por defender los intereses de los actores y de la Asociación.
Por su legado en el cine, en la música vernácula, su lucha sindical y el poder de divulgación que logra a nivel internacional y nacional de nuestra cultura, es un honor recordar su trabajo en la industria cinematográfica en México.


[i] Enrique Serna , Jorge El bueno, México, Editorial Clío, 1993, p.7.
[ii] Julio Etienne (1990, 11 de diciembre). Jorge Negrete fue en la pantalla un patriarca sin sofisticación: J.Etienne. El día.
[iii] Enrique Serna (1995, 3 de enero). Jorge Negrete, imagen de lo mexicano que nadie ha borrado. La jornada.
[iv] Cuadernos de la Cineta III: Testimonios para el cine mexicano, México, Cineteca Nacional, 1976, p. 100.