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lunes, 1 de abril de 2013

Los juegos del destino y sus premios Oscar, paupérrimos

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Oscars 2013La industria hollywoodense cada año hace películas que fomentan la convivencia familiar, los valores universales, propaganda, etc., así parecierá que está etiquetado al estilo: pelí para que la gente le guste trabajar en equipo, pelí para fomentar el amor entre padres e hijos, pelí para legitimar el gobierno, el nacionalismo y le seguimos enumerando.
Y por si fuera poco, tiene su propia máquina de premios para legitimar lo que ellos mismo hacen y premiar lo que a ellos les convenga.
Los Orscars lo único que hacen es exportar y mostrar la sociedad conservadora estadounidense y su poderío cinematográfico. Una de las películas que más me sorprendió, no precisamente por buena,  fue Los juegos del destino, del director y guionista David O. Russell, pues no es precisamente una película épica, no tiene la gran producción, la gran temática, las grandes actuaciones,  la  gran dirección, y por ende no puede tener nada más.  Sin embargo su protagonista, Jennifer Lawrence, ganó el Oscar por Mejor actriz.
Pat (Bradley Cooper) pasa ocho meses en una institución mental por agredir al amante de su mujer, vuelve a casa de sus padres (Robert De Niro y Jacki Weaver) con la firme disposición de recuperarse y de ser una persona positiva. Su objetivo primordial es recuperar su matrimonio, no obstante conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence) que hace una extraña conexión con su neurosis.
Es una “dramedy” que lo único que hace es mostrar una realidad coja, lo que permite que al final tengas una comedia romántica, con el absurdo por delante. La situaciones son tan irreales que de verdad te ríes, por otro lado el guión es un sortilegio de situaciones al estilo de: “qué tal si le ponemos no sólo una apuesta de honor que dependa de un partido de fútbol, también le ponemos una historia de concurso de baile y entonces tenemos una apuesta doble y si no es suficiente hacemos que los adultos problemas se enamoren y se vuelvan un no problema”.
En realidad es una historia chatarra que da lo mismo ir a ver, no tiene mayor trascendencia ni intelectual ni espiritual, pero lo curioso está en que la nominan a los Oscars, en donde según dicen se otorga “en reconocimiento a la excelencia de los profesionales en la industria cinematográfica incluyendo directores, actores y escritores y es ampliamente considerado el máximo honor en el cine”.