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lunes, 5 de noviembre de 2012

Sabina Rivas ¿Víctima de la pobreza o de sus aspiraciones pueriles?






El realizador mexicano Luis Mandoki (Voces inocentes, 2004) vuelve al drama de injusticias y situaciones límite con su más reciente largometraje. Temas como migración, explotación y muerte son tratados en el filme de gran manufactura producido por Abraham Zabludovsky, sin embargo puede dejar a varios paladares cinéfilos con un bocado algo desabrido.


por Jimena Ladu
El problema de la inmigración, es una situación que se manifiesta en todo el mundo. La gente que vive en los países del sur busca emigrar a los del norte, donde se imagina una mejor calidad de vida. Las violaciones a los derechos de los inmigrantes son severas, desvergonzadas y en unos casos sangrientas, pero más cobarde es el hecho de que los paises de origen no puedan proporcionarle a sus ciudadanos lo mínimo para tener una calidad de vida digna.
La vida precoz y breve de Sabina Rivas (2012), adaptación de la novela La Mara de Rafael Ramírez Heredia, es la nueva película de Luis Mandoki con la cual el director mexicano vuelve a demostrar su preocupación: la injusticia. En el filme se narran las aspiraciones de Sabina por ser cantante y llegar a los Estados Unidos. Ella huye de su realidad personal, más que de una realidad social, sin embargo, su historia sirve de pretexto para plasmar la situación de los migrantes centroamericanos en la frontera sur de México con Guatemala, en donde se comenten ilegalidades por parte de las autoridades y de los Mara Salvatrucha.
Sabina, es víctima de la falta de educación en su país, pues cree que es una gran cantante, y como es la sensación del congal donde está, piensa que será una gran estrella, primero en México y luego en los Estados Unidos. En una entrevista que dio Abraham Zabludovsky, (productor de la película) para el periódico La Jornadaafirma que: “este trabajo cinematográfico se propone mostrar la realidad que hoy se vive en la frontera sur, no ofrecer soluciones, pues no es el papel del director. Vemos el sufrimiento de una niña (Sabina, interpretada por Greisy Mena) que no se ve a sí misma como víctima; ella es una guerrera, ella dice ‘me voy’, regresa, toma sus decisiones; dice ‘vete’, pide que no le cambien el nombre, y lo único que la salva de la manada de lobos es un vestidito de algodón, a veces ni siquiera eso. La salva su espíritu”.[1]
Es claro pues, que lo que busca el productor, es una película que apele a lo emocional y no a lo racional, por ello muestra a los malos muy malos y a los buenos muy buenos, lo cual desde mi punto de vista no es real, no obstante para su función dramática y de estilo es verosímil. Por otro lado Sabina carece de aquel “espíritu fuerte”, ella es de lo más débil pues no es una heroína, es una ser común y corriente en su situación social de la que no intenta salir, sino sólo cambiar de lugar.
También, es claro que, para cualquier persona que no esté sensibilizada y conozca el tema de la inmigración de centroamericanos a nuestro país, es algo impactante, pero es un cliché sin maquillaje, porque hemos visto la misma historia, con diferente contextos sociales, en películas de Meche Carreño o en Aventurera (Alberto Gout, 1950) con Ninón Sevilla.
Sin embargo, y afortunadamente, existen documentales como De nadie (Tin Dirdamal, 2005), en donde se expone los verdaderos problemas que supone el cruzar la frontera sur de México para llegar a los Estados Unidos, La vida precoz y breve de Sabina Rivas es cruel, es realidad, no lo niego, pero el sueño de esta adolescente es muy limitado a lo que realmente sucede con los inmigrantes, pues ellos no buscan fama, ni ser millonarios, lo único que quieren es que a sus hijos no les falte comida.

[1]. Abraham Zabludovsky, Entrevista para La Jornada [en línea], dirección URL:http://www.jornada.unam.mx/2012/10/16/espectaculos/a09n1esp [consulta 1 de noviembre de 2012].


“Ellas”: prostitución / autoestima


Juliette Binoche en “Ellas”
Al final siempre queremos ser felices. Y de acuerdo a nuestros estándares de felicidad juzgamos: él o ella no son felices, sólo aparentan. Puede que así sea, o simplemente son felices de un modo diferente al nuestro. Entrar en juicios morales puede ser dañino para quien los ejecuta; después de todo, las prostitutas eligen ser prostitutas, como los abogados ser abogados, sin importar las circunstancias. Esto es lo que describe la directora polaca Malgorzata Szumowska en Ellas (Elles, 2011).
Juliette Binoche interpreta a una periodista parisina, Anne, quien vive con su esposo y sus dos hijos. En sus horas libres decide hacer un reportaje sobre la prostitución en mujeres jóvenes estudiantes. En un principio Anne juzga el comportamiento de estas dos estudiantes, a quienes les paga por las entrevistas; después, se involucra emocionalmente con ellas, trasladando la realidad de éstas a la relación con su esposo, y con los hombres en general.
Szumowska refleja la insatisfacción sexual y la soledad de la mujer mediante el conflicto de Anne y la despersonalización de las prostitutas. Con una mirada feminista, expone a la mujer como un objeto erótico-sexual, en desventaja ante el hombre. No obstante, la psicología de las sexo-servidoras va más allá del negocio. Observamos a dos jóvenes ambiciosas que odian la pobreza, y por un sentimiento de superioridad ante el hombre fingen placer, una suerte de hedonismo narcisista que las hace pensar: “¿Hasta dónde puedo llegar a excitar al tipo que, además, me paga por hacerlo?”
La postura feminista de la realizadora es hasta cierto punto excesivo. Suena a reproche de ciertas formas de vida; por ejemplo, retrata la vida de Anne en el hogar como algo aburrido, donde no te respetan ni tus hijos ni tu esposo. Crea un paralelismo entre ama de casa y prostituta, víctimas del aislamiento machín, donde ninguna tiene derecho a disfrutar del sexo, ni de la vida social. Ambas son relegadas por los hombres, ellos las ocupan hasta lastimarlas o ignorarlas, ya sea en las calles o en un lindo departamento. Por otro lado, las estudiantes deciden ser de la “vida galante” no porque sean víctimas de la sociedad o de sus familias, lo son porque reciben el suficiente dinero para comparar ropas finas, y con tan buena paga se hace posible salir de un multifamiliar.
Vale la pena seguir el trabajo de Malgorzata Szumowska, pues es una realizadora joven que cuenta con sólo dos largometrajes: 33 sceny z życia (33 escenas de la vida, 2008) y Ellas (2011). Su estilo es sencillo, cruel y frío. Ha trabajado con Lars von Trier, estudió en la Escuela Nacional de Cine de Łódź en Polonia, academia que ha tutelado a cineastas como Andrzej Wajda, Roman Polansky y Krzysztof Kieslowski.

Se imprudente, el amor es magia


El dia que vi tu corazonRealmente eso de ver el corazón sólo se logra de forma simbólica y, como los símbolos esconden tantos secretos, supongo que los corazones también. Personas van y vienen en nuestros delirios amorosos. A unos los volvemos a ver y a otros en definitiva parece que la tierra se los trago a un lugar mejor.
El día que vi tu corazón (2011) es un filme, en donde la protagonista Justine (Mélanie Laurent), tiene que ir a vivir a la casa de su hermana y el esposo de ésta, pues se separo de su pareja. Durante su estancia, no grata, en la casa de su familia, ella tratará de encontrar el amor y ser feliz, a pesar de no tener resuelta la relación con su padre y no contar con un trabajo estable.
La película es dirigida por la francesa Jennifer Devoldère, quien elige el genero cinematográfico comedia romance, en sus dos únicos trabajos. No obstante, su estilo comercial, carece, todavía de una identidad. Por otro lado nos encontramos con un guión que adolece, que narra una historial real pero sin ninguna desavenencia, por lo mismo no hay clímax ni conflictos significativos en la historia. Justine, busca el amor y lo encuentra de la forma más fácil luego el problema central de la historia se convierte en el del papá de Justine, que quiere conocer a su hija a través de los novios.
Es un tema común:¿quién no quiere encontrar el amor y un desarrollo profesional exitoso? La vida de pareja, sin necesariamente estar casados, es la cereza en el pastel para decir que eres un adulto verdadero en este nuevo milenio (suena chistoso: adulto verdadero del nuevo milenio).
La contracultura juvenil de los años 60 y 70 nos ayudo a liberarnos de los tabúes y poder llevar una vida más libre y feliz pero, ¡oh sorpresa! Pareciera que ahora nos preocupa muchísimo la relación que tuvimos o tenemos con nuestro padre o madre. No sé si sea culpa de Freud. De repente nunca sabemos qué es lo que nos molesta, quizás sea lo que él llamo: el malestar de la cultura. Ahora como diría mi abuela Chabela: Tienes de dos sopas o lo superas y eres feliz o te vuelves un zombie y dejas que el destino te lleve por donde el quiera.
Muchas veces dejamos de lado lo que realmente nos importa o nos molesta, quizás por cierta pereza mental o emocional o simplemente creemos que es muy difícil ver el corazón de la otra persona, y esto no quiere decir que lo verás en una radiografía y sabrás que tan grande es, pero si es posible creer en que puedes ver más allá de lo que tus deseos y complejos no te dejan ver de esa persona. Después de todo hay algo inexplicable y mágico que te llevó a la persona amada.
Por cierto, sí decidimos los finales felices o tristes en nuestras vidas: todo es cuestión de tantito amor.