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lunes, 18 de junio de 2012

Kubrick vs Tarkovsky? Nada de eso

La herencia de la religión católica nos ha hecho ver las cosas como buenas o como malas, sometiendo cualquier juicio a la contrariedad. Por ejemplo, durante la guerra fría el choque antagónico de ideales se esparció en el arte, tal es el caso de 2001: Odisea al espacio (1968) de Stanley Kubrick y Solaris (1972) de Andrei Tarkovsky.

Hay un mito clásico: Rusia en contestación a la película estadounidense 2001: Odisea al espacio mandó a realizar una filme, versión rusa, de la carrera espacial, Solaris. Ambas películas están inscritas en el genero de ciencia ficción y narran la vida de astronautas en el espacio.

Sin embargo para mí no es la contestación, se complementan por lo siguiente: 2001: Odisea al espacio, comienza exponiendo los intereses del aparato de Estado detrás de una expedición al espacio; después comienza un viaje mítico al espacio; luego la guerra del hombre contra la ciencia (representada por una máquina). Cuando pasa esta confrontación entre máquina y hombre el astronauta, Dr. Dave Bowman, realiza un viaje intergaláctico-metafísico, sin rumbo, y queda varado en un planeta o galaxia muy lejana al planeta Tierra, simbolizando el eterno retorno.

Por su parte Tarkovsky continúa con el viaje metafísico- intergaláctico que comienza Kubrick, en lo que ambos coinciden: el eterno retorno. En Solaris el Mito de Sísifo, resalta la filosofía de lo absurdo: nuestras vidas son insignificantes y no tienen más valor que el de que creamos. Bajo esta premisa existencialista, el realizador ruso, hace evidente el hecho de la materialización de los deseos más íntimos de los seres humanos a la vista de los demás, deseos reales y no espejismos.

Ambas películas intentan crear una conexión sensorial con el espectador, a partir de una historia sencilla, pero llena de contenido existencialista, su base narrativa son las imágenes y la música. Subrayan de esta manera el poder evocativo de la imagen reforzada por el poder dramático de la música. Mientras Kubrick opta por música clásica que hace “danzar” a sus naves espaciales y nos introduce en un viaje estilístico completamente placentero para nuestros sentidos, Tarkovsky opta por la imagen poética, llena de significados ocultos con música electrónica que altera nuestros sentidos contrastando con encuadres contemplativos.

Tanto Solaris como 2001: Odisea al espacio, en ningún momento fueron antagónicas, se complementan como los símbolos. Ambas películas muestran la constante en el mundo humano, la Tierra: hay unos cuantos preocupados por el poder y las riquezas. Fuera de este hermoso planeta y aún dentro de él no somos nada más que seres humanos capaces de hacer realidad nuestros deseos más íntimos.

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