Por Jimena Ladu
Emigrar a los Estados Unidos de Norte América es la aspiración de
muchos de nuestros paisanos que se dedican al campo o el trabajo de
albañilería. Esto se debe a la falta de calidad de vida de nuestro país, más
específicamente a uno de los sectores productivos más rezagados, el campo. No
obstante, nuestra vecindad con el país del norte nos tiene maniatados tanto por
la migración como por el narcotráfico.
El cine mexicano ha tratado de retratar la realidad de los migrantes
mexicanos y de los centroamericanos: La
jaula de oro (Diego Quedamada-Diez, 2013), 7 soles (Pedro Ultreras, 2008), Sin
Nombre (Cary Fukunaga, 2009), Norteado
(Rigoberto Pérezcano, 2009), El
jardín de Edén (María Novaro,1994), La
ilegal (Arturo Ripstein, 1979), por mencionar algunas. Por otro lado,
tenemos las películas que describen los daños sociales que absorbemos por el
paso de droga de nuestro país a el otro lado del río Bravo: Miss Bala (Gerardo Naranjo, 2011), Heli (Amat Escalante, 2013), El infierno (Luis Estrada, 2010), Narco cultura (Paul Schwarz, 2013).
Lo que no ha quedado claro es que el sueño americano es exclusivamente
para los estadounidenses. Los mexicanos que logran pasar para allá obtienen los
trabajos con los sueldos más bajos (claro habrá excepciones), pero la gran
mayoría vive en los barrios para latinos, comparten un pequeño espacio entre
varios; los que logran tener una familia y que sus hijos obtengan la Green card muy difícilmente tendrán
acceso a la universidad, pues todas tienen cuotas altas. Es decir, los
mexicanos están destinados a pertenecer a la gran mayoría que sostiene la
económica estadounidense, pero no podrán gozar de ella.
Por otro lado, los trabajadores mexicanos que obtuvieron la
nacionalidad estadounidense y gozan de una pensión por trabajar décadas en una
misma empresa y en un mismo puesto, o bien viven limitadamente en EEUU o se
regresan a México para vivir holgadamente. La calidad de vida en el país del
norte es muy alta, por ende, así cuesta. Los que lograron ser asalariados y
ciudadanos, pueden vivir en un país de primer mundo pero no gozar de éste, pero
los que no lograron la nacionalidad pasaran por el peligro de regresar a su
país con las injusticias de las autoridades y los peligros humanos de las
fronteras.
El sacrificio de estos mexicanos ilegales tiene beneficios para
nuestro país: “Los recursos que nuestros compatriotas mandan a sus familias en
México, las remesas familiares, se han constituido como la segunda fuente de
divisas del país, sólo detrás del petróleo.”[1]
Sin embargo, el costo de seguridad por el narcotráfico, la droga que cruza a
los EEUU, significa un gran gasto y problema de seguridad “En el periodo
2000-2005 el gasto público real en seguridad se contrajo en 10%, mientras que
en el periodo 2006-2010 creció en 78 por ciento. De este gasto total en
seguridad, 54% se canalizó a los estados y municipios, 39% a la federación y 7%
restante a los fondos, transferencias y subsidios relacionados con la
seguridad, como el Fondo de Aportaciones en Seguridad Pública, el Subsidio para
la Seguridad Pública Municipal, el Fondo para el Fortalecimiento Municipal y
fondos metropolitanos.”[2]
[1] Manuel
Guzmán M., Migración y remesas [en
línea], México,
periódico El Economista, 02 de abril
de 2015, Dirección URL: http://eleconomista.com.mx/mercados-estadisticas/2013/08/06/migracion-remesas [consulta: 11 de
abril de 2015].
[2] Ruth G. Ornelas, Narcotráfico
en México un enfoque económico [en línea], México, periódico El economista, 03 de agosto de
2012, http://eleconomista.com.mx/sociedad/2012/08/03/narcotrafico-mexico-enfoque-economico [consulta: 11 de abril de 2015].
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