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lunes, 27 de febrero de 2012


El artista rompe el mito que duró casi un siglo: el público prefiere las talking movies 
Aunque El artista (The artist) sea una película muda y en blanco y negro, no quiere decir que así fueran las películas mudas. El filme presenta todas las posibilidades de una película contemporánea: un lenguaje cinematográfico moderno y novedoso a comparación de los comienzos  del cine silente. Desde luego cuando el cine mudo logra consolidarse como arte, evidente en The Kid (1920) de Charles Chaplin,  se puede ver el magistral uso del lenguaje cinematográfico acompañado de la música, y así hasta nuestros días sigue la misma significación de elementos en el cine.
La pregunta es ¿Por qué El artista gana cinco Oscares: mejor película, dirección, actuación, vestuario y banda sonora original? Realmente me parece exagerado, aunque la película sirve para reafirma la capacidad de significado en la imagen y las leyes del montaje, sin las cuales el cine no existiría, el mérito que le atribuyo es que vence un mito que duró casi un siglo, en el cine: el público prefiere las talking movies.

La banda sonora es un préstamo de varios motivos y líneas melódicas ya antes escuchados en varias películas. El mérito radica en la intensionalidad depositada en la música, consolidándose como el eje dramático de la película. La música es sincronizada entre movimiento de la imagen y los ritmos musicales. No por esto la considero la mejor banda sonora original.

La dirección de Michel Hazanavicius logra remitirnos al humorismo del cine mudo, sin ningún esfuerzo, sintiéndose naturales las situaciones cómicas de los personajes.  Su montaje visual y sonoro es impecable y coherente. La cuidada selección de los elementos audiovisuales logra el resultado percibido: hacer creer de una manera factible y lúdica, que así como es El artista eran las películas mudas. 
La actuación de Jean Dujardin, en definitiva es grande, la capacidad de evocación en su mirada y la conciencia de su cuerpo logra el efecto requerido, no exagerar en su actuación, ni en sus movimientos, sólo los hace presentes. Las demás actuaciones pasan desapercibido. Una breve línea pronunciada por Malcolm McDowell, que no tenía sentido, sólo me hizo recordar lo joven, tierno y malévolo de Alex en Naranja Mecánica (1971) de Stanley Kubrick.
Es una película que vale la pena ver, pues reafirma el poder de la música, tan despreciado por algunos realizadores como Lars von Trier en Dogma 95, no obstante películas del mismo realizador como Melancolía (2011) y el Anticristo (2009) contradicen este movimiento fílmico en el que el director afirma que el sonido no puede ser mezclado separado de las imágenes o viceversa (la música no debe ser usada, a menos que esta sea grabada en el mismo lugar donde la escena está siendo rodada).  No sólo directores se han pronunciado en contra del uso exacerbado de la música considerándola elemento cómodo para la evocación de sentimientos en un filme, también teóricos como Adorno y Eisler hablan de los prejuicios y malos hábitos de la música en el cine, de los cuales El artista, estaría plagada. Por otro lado el gran Charles Chaplin se negaba a hacer películas habladas,  pues el cine perdería su categoría de arte, según él.

A mi parecer, la serie de polémicas y teorías que ha suscitado el savoir faire del cine sólo nos habla de un arte generoso que permite una infinidad de posibilidades. Volviendo a la pregunta inicial ¿Por qué ganó cinco Oscares si a mi parecer es más novedosa La invención de Hugo de Martin Scorsese o El árbol de la vida de Terréense Malick y su capacidad de sentir la perfecta armonía entre imágenes y música? La respuesta es obvia, El artista cumple con el objetivo hollywoodense: engrandecer y resaltar la supremacía de la industria cinematográfica norteamericana, así como lograr que la gente se conmueva y ría de una manera fácil y entretenida.

2 comentarios:

  1. no cabe duda Jime, le diste al clavo, la verdad es que El árbol de la vida es una síntesis autorreflexiva de Malick (no olvidemos que éste hombre tradujo Vom Wesen des Grundes de Heidegger al inglés), un logro supremo de apuestas en que las trayectorias de la experiencia particular y el devenir universal se cruzan en una multitud de coordenadas.

    El artista es una película cuidada, bien producida e impecable, pero no, no es la mejor película del 2011

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